Claro que cuesta llegar a esta rutina e implementarla sin retrocesos. Lograrlo, depende de ti.
- Levántate temprano como si fueras a ir a una oficina. Desayuna y vístete, con ropa cómoda, pero nunca, nunca, te quedes en pijama. Hay un efecto psicológico positivo en vestirse para un trabajo.
- Destina un espacio especial para trabajar. No es el comedor ni la cocina, ni la cama. Si no tienes la fortuna de tener una habitación convertida en oficina en tu casa, intenta acondicionar un rincón.
- Conoce bien tus horas de productividad máxima y úsalas para el trabajo intelectual. No importa si la casa se cae a pedazos. Recoge la casa cuando eres menos productivo.
- Haz recesos. De preferencia prográmalos con la alarma del celular. Camina, toma agua, jugo o té, en general ocúpate de ti, NO de la casa.
- Define horarios para comer y para declarar terminada la jornada del día. Las horas extras que haga serán eso: horas extra.
- Si coordinas o diriges equipos de trabajo, lleva a cabo una junta rápida, -diariamente o cada dos días- para tratar pendientes, evaluar actividades y responsabilidades, verificar entregables. Y al menos u a vez a la quincena o a la semana, sostén con el equipo una junta de planeación y revisión.
Cabe mencionar que nada de esto resultará de forma espontánea ni será ocurrencia de un día.
#atreveteaestarahi el resultado será interesante
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